lunes, 17 de septiembre de 2007

septiembre



Viva septiembre, el mes de la fruta! Los niños y las niñas empiezan el colegio, los futbolistas a ganar dinero y las uvas nos demuestran que somos un país mediterráneo. Algunos van a Tárrega a ver gente diciendo verdades haciéndose pasar por mentirosos y otras dudan entre cuadros o rombos para el jersei.

Este mes, mi bar de la esquina cierra por vacaciones y bajo a otro, en donde me encontré dos clásicos del otro bar. Les saludé tímidamente, aunque no les había saludado antes en las dos cientas veces que les había visto. Me di cuenta que les saludé porque les encontré en otro lugar, y que eso es la mar de normal. Como cuando te encuentras alguien de tu pueblo viajando por el mundo, o alguien del trabajo en cualquier otro sitio. Hay gente a la que no le gusta eso de saludar en un encuentro fuera del espacio normal, sobre todo si los saludos son efusivos o alcohólicos. Pero modificar la situación de las personas provoca verlas de otra manera, y siempre aparecen sorpresas entonces, porque la imagen crece. Todo son sorpresas. A mí, estas cosas todavía me sorprenden. Lo pensé mientras hacía en la barra mi café solo y miraba en el Marca si se había lesionado alguien.

1 comentario:

Yoya dijo...

Ah i no oblidis les salutacions a la muntanya, quan estas al mig d'un bosc o pujant un cim, saludes a tothom que et creues, gent que si et trobessis pel carrer ni miraries. Fins i tot hi parles breument (quan falta per?, vaig bé per aquí?, teniu aigua?...).

Passa fins i tot als parcs grans, m'en recordo al parc del Guinardó, era començar a trepitjar sorra i la gent que et creuaves et saludava, era sortir del parc i gent semblant no et deia ni mú.

Yoya