martes, 28 de agosto de 2007

merienda


Nadie me ha invitado nunca a merendar. ¿A qué hora son las meriendas? Ya no lo recuerdo. Alguna vez, sobre las cinco de la tarde, he tomado un croissant con un Cacaolat, pero no creo que haya merendado. También he compartido cervezas a media tarde, y tampoco hemos hablado de meriendas.

“Buenas tardes! venimos a merendar- me dice alguien- traemos dulces, dulzura y bondad infinita, aunque todos, al final, admitamos que puede llegar a ser todo falso. Mirad al centro y no a los lados. No olvidéis que estáis merendando y recordad toda la vida estos momentos: los utilizaréis cuando toméis pastillas. Crearemos una atmósfera tan bonita y bucólica que os costará un milagro desprenderos de ella”. Merendar os servirá para recordar lo que no debéis recordar.

El secreto de merendar es creer en la merienda (como concepto). Sólo en las fiestas, las comidas son así. El resto de las veces se habla de negocios, de temas importantes, o de enfermedades. Las cenas son más frívolas, más superficiales o más profundas. Supongo que las meriendas quedan entre medio de las dos. Supongo que no tiene nada que ver con comer.Ya no me acuerdo.

Quiero que alguien me invite a merendar. O a hacer un puzzle en la calle. Siempre es mejor que mirar aburridos por el ventanal.

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